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Nuevo artículo: Reseña de "Perder el juicio" de Ariana Harwicz en la revista "Dosis Kafkiana"

 


Desde hace años se agolpan en las estanterías de los libreros novelas sobre muchachas reprimidas en su juventud por una familia tradicionalista que las educó en el aseo matutino diario "que es también una forma de violencia de la que no se suele hablar", para luego liberarse tras entrar en la universidad o a vivir en otro lugar, por convertirse a la religión verdadera; algo que también podría retrasarse hasta recibir el sacramento del divorcio. En cualquier caso, todo deslizado para presumirse más o menos autohagiográfico. Las escriben mujeres bien adultas que cuentan sus canas y rezan tres avemarías cada noche para tener más, que les vengan las nieves del tiempo de golpe como a Jean Valjean; y así resultar más creíbles en su personaje, en la foto de la solapa. También filosofan y predican sobre el cuerpo y la maternidad (ajena), la culpa y la liturgia de la terapia seguidista, la menarquia y usar copas menstruales para tomar el chupito... Les gustaría ser incómodas como Cristina Morales o Sara Mesa, pero luego no se atreven a tanto y tienen poco que decir; aun así se enfadan mucho cuando homologan sus obras dentro de un género, por converger en lugares comunes. No nos enrocaremos más en esto, pues de siempre ha habido autores que van al descorche: el negocio editorial los necesita...Seguir leyendo