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Nuevo artículo en la revista El Manifiesto: "La mañana de Froilán"

Froilán caminaba con decisión por el pasillo aunque todavía se reconocía bastante achispado. Tenía razones para estarlo: la mañana anterior, su madre se levantó empoderada y sin haberse tomado las pastillas antes de acostarse, así que le dio por ir al Registro Civil a inscribirse como Rodolfo. Al funcionario de turno, que llevaba un jersey morado y era de Gran Canaria, se le puso como el faro de Maspalomas y corrió a cabildear con sus superiores afines. Tan rápido trascendió la cosa que esa misma mañana Cándido y su banda resolvieron el gran tema aledaño sin esperar a que el sujeto interesado interpusiese reclamación alguna, mientras se apretaban el segundo desayuno. Antes de mediodía, Irene ya había telefoneado a Rodolfo para anunciarle la buena nueva, pero la beneficiaria (ya medicada y reposada), se agobió y no quiso saber más del tema; apostató en favor de su hijo, que declarándose tan campechano como su abuelo, se hizo investir aquella misma tarde sin boatos ni público. Por su parte, su tío Felipe, de viaje comercial por la península arábiga, decidió marcharse a Gales aquella misma noche a beber güisqui con su amigo Carlos, con quien había estrechado relación en las últimas décadas por su condición común de eternos canteranos que nadie tomaba en serio en su nuevo rol en el primer equipo... Sigue leyendo