Froilán caminaba con decisión por el pasillo aunque todavía se reconocía bastante achispado. Tenía razones para estarlo: la mañana anterior, su madre se levantó empoderada y sin haberse tomado las pastillas antes de acostarse, así que le dio por ir al Registro Civil a inscribirse como Rodolfo. Al funcionario de turno, que llevaba un jersey morado y era de Gran Canaria, se le puso como el faro de Maspalomas y corrió a cabildear con sus superiores afines. Tan rápido trascendió la cosa que esa misma mañana Cándido y su banda resolvieron el gran tema aledaño sin esperar a que el sujeto interesado interpusiese reclamación alguna, mientras se apretaban el segundo desayuno. Antes de mediodía, Irene ya había telefoneado a Rodolfo para anunciarle la buena nueva, pero la beneficiaria (ya medicada y reposada), se agobió y no quiso saber más del tema; apostató en favor de su hijo, que declarándose tan campechano como su abuelo, se hizo investir aquella misma tarde sin boatos ni público. Por su parte, su tío Felipe, de viaje comercial por la península arábiga, decidió marcharse a Gales aquella misma noche a beber güisqui con su amigo Carlos, con quien había estrechado relación en las últimas décadas por su condición común de eternos canteranos que nadie tomaba en serio en su nuevo rol en el primer equipo... Sigue leyendo
Hace 110 años, Robert H. Benson publicaba la que está considerada como primera distropía moderna: Señor del mundo . Se trata de una obra relativamente conocida en el mundo católico militante por las recomendaciones públicas de los dos últimos papas, pero prácticamente desconocida fuera de este ámbito. Sin embargo, su influencia es clara en la universal 1984 de Orwell, principalmente en la concepción de un mundo futuro globalizado en el que las guerras tienen lugar entre grandes bloques de civilización y no entre países, gobernados en una tiranía disfrazada de libertad. Claro que imaginaban el mal de manera diferente, partiendo del contexto histórico que les tocaba vivir, y mientras Orwell proyectaba el sainete perpetuo de la propaganda comunista de Stalin, Benson creía que la entonces todopoderosa masonería pilotaría desde la sombra, y sin hacer demasiado ruido, el camino hacia la perdición. No es fácil abstraer Señor del mundo del catolicismo, dado que el mismo autor era sac
Comentarios
Publicar un comentario