Siendo sincero, no tenía pensado escribir un artículo como este. Lo más, el comentario de una película que se me apetecía interesante, contestataria y montaraz para los tiempos que corren; pero resulta que me encontré con otro engendro insípido y pasteurizado sin muchos más galones que cualquier otra proyección palomitera en la que se esconden las parejas de quinceños solo para darse el lote. Lo peor no es eso (todos hemos sido estafados alguna vez por los charlatanes paniaguados de la cartelera o los rebaños de borricos que adulteran las valoraciones con estrellitas en el Internet); sino que además de ser una obra fallida en sus pretensiones profana el sacrosanto arquetipo del vengador justiciero al colarlo con el tamiz posmo, que a sabiendas o por contaminación ambiental confunde al héroe naturalista e imperfecto con el mamarracho de moral ambigua ungido como tótem de nuestro tiempo... Sigue leyendo
Parece que después del comentario sobre Pororoca , me toca de nuevo hablar sobre la culpa. El otro día leía en un periódico que Angela Merkel daba por fracasada la política migratoria de la UE, porque consideraba que solo Alemania se mostraba flexible para acoger a algunos de los inmigrantes que se hacinan en las islas griegas más próximas a África. Hacía, a este respecto y no sin cierta razón, una referencia más o menos velada a las cuestiones religiosas, como corresponde a un partido democristiano como el CDU. Sin embargo, me resultaba sorprendente la perspectiva caritativa, disparada sin duda por la culpabilidad interna, algo típicamente católico: aunque su mentor Kohl sí lo era, Merkel es luterana. Debemos recordar que, en general, los protestantes ven a Dios como una especie de titiritero que no solo permite sino que origina todo lo que ocurre en el mundo, de modo que conciben la pobreza como una maldición y la riqueza como todo lo contrario, ambas de alguna manera merecidas a oj
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