Estaba en la librería Rafael Alberti, junto a la mesa en la que firmaba su obra Mircea Cartarescu, cuando en mi bolsillo sonó de pronto la canción de las Mamachicho (he decidido hacer toda la contrarreforma que pueda por mi cuenta) por una llamada indeseada que aborté pronto. Reconozco que aquel contraste fue algo que me llenó de satisfacción, porque como digo a menudo, en lo que a cultura se refiere hay que poner todos los días una vela a John Ford y otra a Mariano Ozores. Todo obedecía a un providencial despiste: el día anterior, el autor dio una interesantísima charla pública en el Círculo de Bellas Artes de Madrid sobre su concepción de la literatura... Y yo olvidé llevar mis libros para que me los firmase... Seguir leyendo
Parece que después del comentario sobre Pororoca , me toca de nuevo hablar sobre la culpa. El otro día leía en un periódico que Angela Merkel daba por fracasada la política migratoria de la UE, porque consideraba que solo Alemania se mostraba flexible para acoger a algunos de los inmigrantes que se hacinan en las islas griegas más próximas a África. Hacía, a este respecto y no sin cierta razón, una referencia más o menos velada a las cuestiones religiosas, como corresponde a un partido democristiano como el CDU. Sin embargo, me resultaba sorprendente la perspectiva caritativa, disparada sin duda por la culpabilidad interna, algo típicamente católico: aunque su mentor Kohl sí lo era, Merkel es luterana. Debemos recordar que, en general, los protestantes ven a Dios como una especie de titiritero que no solo permite sino que origina todo lo que ocurre en el mundo, de modo que conciben la pobreza como una maldición y la riqueza como todo lo contrario, ambas de alguna manera merecidas a oj
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