A diferencia los descansos en cualquier otra época del año, he creído siempre que las vacaciones estivales son para los urbanitas un viaje hacia fuera en lugar de una regresión interior; de modo que sería una época mucho más propicia para escribir que para las manidas lecturas pendientes del año, que con disciplina pueden abordarse de muchos modos. Cuando hablo de escritura estoy pensando más en su fundamento, el momento en el que la imaginación se despereza, la percepción suelta la herrumbre y los nudos mentales se deshacen al cambiar de perspectiva; en definitiva, lo que nos hace tener algo que contar, que es de lo que va esto... Seguir leyendo
A menudo se tacha a nuestro sincrético Gobierno (y por extensión, a los partidos que lo componen o lo apuntalan) de moralista o puritano, por su obsesión en legislar y fiscalizar la coyunda de los españoles. No pueden estar más equivocados: para los posmos, la moral es una bola de plastilina que además cambia de color; por consiguiente la ley no significa demasiado para ellos, dado que su cumplimiento es meramente facultativo desde el poder, ya sea por acción/omisión o a toro pasado través de indultos arbitrarios. Más aún, en ellos no hay un ápice de incoherencia o de hipocresía en pedir la cabeza de sus adversarios políticos por ser sospechosos de tener multas de aparcamiento y negarse a dimitir tras una imputación o incluso condena: su elevada concepción de la democracia a la cubana (donde de cuando en vez se impostan elecciones generales y referéndums, a los que ellos dan plena validez) les lleva, con un par de huevos, a la asunción tácita de que sólo están legitimados para gobernar
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