La legislatura del presunto católico Biden (aunque no se lo crean, esta etiqueta conjunta muy bien con la ideología imperante en algunas latitudes cuando es de mentirijilla) empieza igual que la de Obama (probablemente tan cristiano como ZP cuando fingió serlo para su encuentro intergaláctico en un desayuno de oración): cediéndole un país convulso a los barbudos, de modo que pueda convertirse en el nuevo Silicon Valley del terrorismo islámico; donde como buenos business angels, les dejaron a los emprendedores del kalashnikov una generosa ronda de armamento para que puedan arrancar. La marca Isis está en horas bajas, pero se rumorea que Al Qaeda puede volver a sorprender al mundo con alguno de sus juguetitos y recuperar cuota de mercado... Sigue leyendo
Parece que después del comentario sobre Pororoca , me toca de nuevo hablar sobre la culpa. El otro día leía en un periódico que Angela Merkel daba por fracasada la política migratoria de la UE, porque consideraba que solo Alemania se mostraba flexible para acoger a algunos de los inmigrantes que se hacinan en las islas griegas más próximas a África. Hacía, a este respecto y no sin cierta razón, una referencia más o menos velada a las cuestiones religiosas, como corresponde a un partido democristiano como el CDU. Sin embargo, me resultaba sorprendente la perspectiva caritativa, disparada sin duda por la culpabilidad interna, algo típicamente católico: aunque su mentor Kohl sí lo era, Merkel es luterana. Debemos recordar que, en general, los protestantes ven a Dios como una especie de titiritero que no solo permite sino que origina todo lo que ocurre en el mundo, de modo que conciben la pobreza como una maldición y la riqueza como todo lo contrario, ambas de alguna manera merecidas a oj
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