Medrosos por el predecible ocaso de la primera gran red social del Internet, que ya solo usan activamente los rezagados digitales, sus mandamases han decidido apostar por una aproximación más hiperbólica y triste (asumiendo la predominante dimensión fantoche de este tipo de aplicaciones) que han dado en llamar metaverso. Tan fuerte es el envite que hasta le han cambiado de nombre a la compañía matriz. Es una idea superlativa en el sentido de que los usuarios tendrán avatares que pulularán por un mundo virtual paralelo, en el que presumiblemente habrá poco de ellos mismos y mucho más de pretensiones y aspiraciones fallidas... Quizás una oportunidad de negocio para terceros en el universo digital o formato para algún uso interesante por discernir; pero también la ocasión para construir entre sus habitantes un mundillo ridículo y miserable por omitir miserias, vamos... Sigue leyendo
Hace 110 años, Robert H. Benson publicaba la que está considerada como primera distropía moderna: Señor del mundo . Se trata de una obra relativamente conocida en el mundo católico militante por las recomendaciones públicas de los dos últimos papas, pero prácticamente desconocida fuera de este ámbito. Sin embargo, su influencia es clara en la universal 1984 de Orwell, principalmente en la concepción de un mundo futuro globalizado en el que las guerras tienen lugar entre grandes bloques de civilización y no entre países, gobernados en una tiranía disfrazada de libertad. Claro que imaginaban el mal de manera diferente, partiendo del contexto histórico que les tocaba vivir, y mientras Orwell proyectaba el sainete perpetuo de la propaganda comunista de Stalin, Benson creía que la entonces todopoderosa masonería pilotaría desde la sombra, y sin hacer demasiado ruido, el camino hacia la perdición. No es fácil abstraer Señor del mundo del catolicismo, dado que el mismo autor era sac
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