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Roles e Informática


En la extrema unción del siglo XX empezaba yo a estudiar Ingeniería Informática en la bien bautizada por Pablo Picasso como "Ciudad de viento". Era una época peculiar, donde la nota de corte no era especialmente alta y, como ahora, se prometía que el futuro de la industria estaría en la inteligencia artificial (aunque por entonces el "machine learning" se llamaba "redes de neuronas artificiales"). Todo era propicio para que muchos de los que ingresaban en esa facultad lo hiciesen por pura vocación frente a otros estudios entonces más prestigiosos, como Ingeniería en Telecomunicaciones o Ingeniería Industrial, lo que hacía que el ambiente fuese especialmente friki: podían verse frecuentemente grupos jugando a cartas de Magic o a juegos de rol en la cafetería y en algunos vestíbulos. Además, había un consolidado grupo de usuarios de Linux (que espero siga existiendo) en un tiempo en el que instalar ese sistema operativo en un PC todavía era casi un acto heróico y requería de un verdadero interés. Como puede suponer el lector, eran años en los que apenas entraban chicas (en mi promoción rondaban el 15%), pero en uno o dos años, el panorama cambió radicalmente: a pesar de la crisis de las ".com", el desarrollo del comercio y las comunicaciones electrónicos, sumado a la progresiva implantación de las tarifas planas de internet en los hogares, auguraban mediáticamente un futuro muy prometedor para la Informática en España. El perfil del alumnado pasó a ser completamente diferente, de modo que se desdibujaba el ambiente de frikismo clásico, aumentaba la nota de corte... Y, por supuesto, entraban muchas más chicas.
Hoy en día se hacen muchos análisis dentro de las corrientes de filosofías de género que intentan explicar la distribución de profesiones entre hombres y mujeres que ignoran lo que he descrito en los párrafos anteriores. Más bien consideran que el interés entre unas profesiones u otras viene condicionado socialmente, a lo que llaman "roles de género". Consideran que en el mundo de las nuevas tecnologías existe, y por eso se desarrollan proyectos para fomentar las vocaciones entre las adolescentes. A mí no me parece mal el colaborar a intentar apartar el miedo a cursar este tipo de estudios, así que, aún sin compartir completamente la idea, me presenté voluntario para una de esos programas, organizado por la RAI... Y sorprendentemente, en un programa que dice fomentar la igualdad y romper estereotipos, fui rechazado por ser hombre.
Creo que detrás de la fijación en las nuevas tecnologías están, en el fondo, las mismas razones estratégicas por las que a ningún gobierno le ha interesado el regular profesionalmente la Informática ni otorgarle atribuciones (como sí ocurre en casi todas las demás ingenierías): es un sector con tal crecimiento que consideran que es capaz de absorver en variados niveles de cualificación a mucha gente, incluso recolocada desde otras titulaciones u ocupaciones. Enrolar a la mujer en el mundo de la tecnología es, por tanto, empoderarla. Me parece muy adecuado abrir los ojos a las jóvenes a las posibilidades que les pueden dar estos estudios (aunque hoy en día, la presencia en las escuelas de Informática de las mujeres ya es significativa). Lo que no me lo parece tanto es el cómo. 
Se justifica ‎frecuentemente el condicionamiento social con que en los viejos anuncios de Lego y Tente‎ salían siempre niños varones. Bien es cierto que las niñas también los pedían, o se lo cogían prestado a sus hermanitos... O jugaban con otras cosas, pero desde hace años multiplican de adultas al número de alumnos en las escuelas de Arquitectura, luego no les ha debido de influir tanto. 
Mencionar, por último, que apenas hay preocupación mediática por que las chicas estudien Ingeniería de Minas o INEF.‎ Quizás los roles de género sean factores correlacionados con las salidas profesionales.